miércoles, 8 de julio de 2015

Capítulo 77 - El parque acuático y....fin de la historia

Hola Javi, no te imaginas desde dónde te escribo, desde Australia, no es broma, he cometido una locura por amor, te cuento….

Después de mi desastrosa experiencia con el senderismo y con el salidillo del primo de mi amiga, me armé de valor y volví a llamar a Alberto, nos reconciliamos y me invitó un fin de semana a Benidorm. Todo iba bien hasta que fuimos al Aqualandia, aunque yo ya le he cambiado el nombre, el propio sería “Los toboganes del demonio”.

Alberto me lo había puesto muy bonito y divertido, que si es como un parque de atracciones pero en el agua, que si te vas a poner muy morenita, que si te diviertes un montón….., yaaa, divertido si fue, pero no para mí…

Llegamos allí a las 12 de la mañana, según entré y vi aquello ya se me puso un nudo en la garganta y es que había cuatro toboganes que estaban hechos con muy mala leche y no es sólo que fueran altos, que eran altísimos, sino que estaban empinados prácticamente en vertical y yo no comprendía cómo un ser humano podía tirarse por aquello sin salir volando y estamparse la cabeza contra el suelo del fondo de la piscina, porque encima, las piscinas donde caías no tenían ni dos metros de profundidad.

Pues bien, empezamos por lo suave, piscinita de olas, agradable, pero como había tanta gente dentro, con el meneo acababas abrazando al de al lado en vez de a tu novio, yo por desgracia no fui a parar con ningún adonis que hubiera por allí, sino con el trasero de una abuela que estaba agarrada al bordillo, encima me dio una patada en toda la cara, pensando que quería abusar de ella y me llamó lesbiana, la primera en la frente…

Seguidamente pasamos a la piscina con las balsas, te montabas en unas balsitas redondas y te tirabas por una especie de tobogán suavecito pero con más curvas que la carretera de Andorra.

Las balsas eran individuales pero Alberto se empeñó en que no quería dejarme sola por si la liaba, así que íbamos tan encajados que cuando llegamos abajo parecíamos siameses, es más, los socorristas tardaron casi diez minutos en desencajarnos de la balsa y separarnos, entre el mareo de las curvas y la presión de Alberto, sólo se me ocurrió decirle: “Cari, a partir de ahora, que corra el aire…”

Para relajarnos después del sofocón, pasamos a la piscina yacusi. Alberto ya me avisó antes de meternos que las burbujas eran producidas única y exclusivamente por un mecanismo que accionaban los socorristas y que no tenía absolutamente nada que ver con las ventosidades de nadie.

Aquello era una gozada, te masajeaba todo el cuerpo mejor que el Manolo, el fisio de mi pueblo, que más que darte masajes, te azota con mala leche, pero la cosa se complicó cuando me acerqué al chorro, no caí en agarrarme al bordillo, así que aquello me disparó para atrás con tal ímpetu que salí disparada contra una señora que había en el bordillo de enfrente quedando mi trasero empotrado en su boca.

Con tan mala suerte que era la misma abuela que la de la piscina de olas, así que esta vez me soltó una galleta con toda la mano abierta y me llamó sinvergüenza acosadora, si no llega a ser porque Alberto intervino con sus amables y convincentes explicaciones, acabo en el cuartelillo de la Guardia Civil por abuso e intento de violación.

Después de aquel desagradable episodio, pasamos a lo mejor…. Los toboganes. No sé cómo pudo conseguir convencerme Alberto, pero en un pispas me había subido al más alto de todo, con un par de…quizás por hacerme la interesante o por intentar ganarme a mi “querido Alberto”.

Tenía que meterme en una cápsula y seguir las indicaciones del socorrista, así lo hice, decidida, sin mirar abajo, sin ser consciente de lo que me esperaba, me coloqué como el muchacho me dijo.

De repente se abrió la cápsula y yo salí disparada para abajo, a partir de ahí, fue un cúmulo de sensaciones, sobre todo de que me iba a pegar la gran leche y que no iba a contarla.

De repente, en un segundo la sensación cambió, noté que me faltaba algo, y que mi trasero me escocía y me  quemaba, había perdido la parte de abajo del bikini. De los nervios se me subieron las piernas para arriba y entonces el último tramo de la bajada fue espatarrada con mis partes al aire, intentando frenar con las manos y la cara que llevaba, mejor no pensarlo, con ver la de Alberto mirándome desde abajo, ya era suficiente.

Bueno, la de Alberto y la de 10 ó 12 personas más que me miraban algunos atónitos, otros, aplaudiendo y los niños, riendo a carcajadas, vamos que yo me convertí en un espectáculo dantesco.

Cuando caí a la piscina, sólo recuerdo un golpe fuerte en la cara y después me desperté en el bordillo de la piscina rodeada de socorristas y con mi Alberto angustiado sujetándome la mano.

¿A qué no sabes encima de quién había caído….? De la abuela, que también se tiraba la jodía por el tobogán. Así que debía estar tan harta de mis embestidas y esta vez en pelota viva,  que finalmente me arreó un puñetazo en la cara.

Allí terminó nuestra jornada acuática en los “toboganes del demonio”.

A la vuelta de nuestro viaje a Benidorm, no podíamos salir a la calle, porque todos los vecinos nos habían visto en las Noticias y su comentario irónico de “vaya con el palmito de tu chica” nos perseguía.

Un día me llamó Alberto y me dijo:

“Cata, cariño, he pedido el traslado a Australia, allí no nos conoce nadie, ¿Te vienes conmigo y empezamos una nueva vida y a ver lo que aguantamos allí sin que la líes? Por amor a ti, aguanto lo que sea, pero en otro lugar…”


Qué romántico ¿verdad Javi? Pues aquí estamos, aunque ayer ya me pasó algo con un tiburón, pero, bueno, ya te contaré…..

domingo, 28 de junio de 2015

Capítulo 76 - La Ruta de Senderismo

Hola Javi, aquí estoy en reposo, no te voy a decir qué me duele, porque no lo sé exactamente, o mejor dicho, acabo antes, diciéndote lo que no me molesta, ¿las pestañas, quizás? Sí, eso, siempre que no cierre los ojos, claro. Bueno te preguntarás qué me ha pasado, pues te cuento:

Como estaba tan triste por mi última movida con Alberto, mi amiga del alma me apuntó con ella a una ruta de senderismo con su primo Javier, que es guía de montaña, además de recién separado…..

Tuvimos que subir en el coche hasta el punto de partida desde donde íbamos a realizar la caminata. Así que allí estuvimos a las 9 de la mañana.

Como nadie me explicó nada, yo iba vestida como pensaba que sería mejor para la ocasión: pantalón corto, botas katiuskas con calcetín gordo, gorra y mochila con de todo….. Lo malo es que mi indumentaria era prestada y entonces, así me pasó:

Ø  Los pantalones de la talla 38, pues eso, que me apretaban el….., pero con no respirar muy profundo y llevar un botón desabrochado, asunto resuelto. El llevar las piernas embutidas se podía soportar.

Ø  Las botas, de mi hermano, feas, viejas y grandes, del número 41. Pero yo me puse dos calcetines gordos y así no se movían tanto los pies por la bota, solo un poco, pero cuestión de controlar con pasos cortitos y firmes.

Ø  La gorra, me la había prestado mi amiga, como el pantalón, pequeña, como para su cabecita en forma de hueso de aceituna, no muy adaptable a mi cabeza grande y con mucho pelo, pero después de varios esfuerzos entre las dos conseguimos encajarla, preferí no pensar en aquel momento, como me sacaría aquella gorra de mi cabeza sin levantarme la tapa de los sesos.

Ø  La camiseta, lo único que era mío, bien, muy propia, por el dibujo de Micky Mouse haciendo escalada, je,je.

Ø  La mochila, muy grande, tanto que mirándome por detrás no se me veía la cabeza, vamos que sólo se divisaban un bulto muy grande, un culete y unas piernas andando. Yo la llené a tope de cosas para aprovechar el espacio…., me daba pena llevarla vacía, así que metí lo siguiente:

Botella de agua de 2,5 litros,
4 bocadillos de media barra de pan cada uno (por si alguien no llevaba y para invitar al primo de mi amiga, por tener un detalle).
½ Kg. De plátanos.
½ Kg. De naranjas
2 bolsas de frutos secos.
1 forro polar
1 chubasquero
1 cambio entero de ropa (incluyendo zapatillas de deporte)
1 linterna
1 botiquín con de todo
1 saco de dormir.
Utensilios varios…

Vamos que cuando me vio aparecer el primo de Ana, lo primero que me dijo fue:

“Vaya Cata, ¿has aprovechado para irte de casa? Porque te has traído la casa entera, ja,ja,ja”

“Bueno Javier, yo soy muy previsora, quién sabe si nos hará falta algo”
Y si nos hizo falta, si…..

Bueno, comenzamos la caminata, yo con una energía impresionante, estaba muy contenta con la idea de hacer mi primera ruta de senderismo y además, Javier, el guía, estaba bastante majete y no se separaba de mi lado, así que iba encantada.

El único problema es que con el peso de la mochila el cuello se me había caído para abajo y no podía levantar la cabeza, para mirar al frente, ni mucho menos para mirar a Javier, con lo cual, después de darme de frente con dos árboles, el chico me iba avisando, cada vez que se acercaba un “obstáculo frontal”

Por el contrario, el suelo lo tenía super controlado, era el único lugar donde podía mirar.

La ruta se fue desarrollando con normalidad, hasta que llegamos a la bajada del sendero ¡ay la bajada del sendero! Eso era como pabernos matao, empinada como el tobogán más heavy del Aquopolis, pero eso no se podía bajar sentado, no quedaba más narices que hacerlo de pie, o rodando….

Todos empezaron a bajar sin problemas, como expertos, hasta mi amiga Ana, ¡yo estaba flipando! Pero no era capaz de dar un paso, entre el vértigo de mirar para abajo y que cada vez que intentaba dar un paso, la mochila se me vencía y parecía que me iba a dejar los morros en el suelo, me estaba poniendo malita.

Para disimular, me agarré a un árbol y puse la excusa de que se me había metido algo en una bota. Javier se quedó conmigo para no dejarme sola, todo un caballero, al menos eso parecía, pero cuando dejamos de divisar al resto del grupo, se abalanzó hacia mí con tal ímpetu que si no llega a ser por la amortiguación de la mochila, hubiera dejado la huella de mi espalda en el tronco del árbol.

Empezó a besarme y a tocarme por todos los lados y a mí me pilló esto de tal sopetón que comencé a defenderme dándole a diestro y siniestro pero sin conseguir quitármele de encima.

De repente, debido al esfuerzo por el forcejeo, se me estalló el botón del pantalón, y se me cayó hasta los tobillos, dejando a la vista mis braguitas brasileñas y entonces el salidorro empezó a gritarme “¡si, si, sabía que te gustaría, ya me dijo tu amiga que estas muy necesitada!”

Manda narices, ten amigas para esto….

Entonces decidí acabar con el ataque sexual que no me estaba molando nada, por la brusquedad y sin permiso, con lo pudorosa que yo soy, así que me giré con fuerza, como si fuera un miembro del Equipo A y le pegué tal mochilazo al guía en la cara que cayó redondo al suelo y empezó a rodar para abajo por el sendero.

Yo, en mi intento de ayudarle para que no siguiera cayendo, también rodé detrás de él, parecíamos dos croquetas empanándose.

Cuando por fin llegamos abajo, donde había una llanura, nos encontramos con las miradas atónitas del resto del grupo.

Javier era un chico fuerte y preparado, así que se levantó sonriendo como si nada.

Yo sólo conseguí levantarme 10 minutos después. No tenía botas, ni pantalón. Mis piernas estaban magulladas, llenas de hojas y barro, vamos que parecía que venía de una misión militar en la selva. Lo único que conservaba era la jodía mochila y la gorra estrujándome la cabeza.

Aunque como  el chiquito de la calzada,  afortunadamente, pude andar lo suficiente para llegar a un bar próximo donde me quedé sentada a la espera de que mi amiga fuera a por el coche para venir a recogerme.

Javier, el guía de montaña, no ha vuelto a hablarse con mi amiga, su prima, de hecho, dice que se ha ido unos meses al Tibet, a pensar….


 Mejor, a ver si allí se le relajan las ideas y lo demás…..

sábado, 6 de junio de 2015

Capítulo 75-Tarde en el Spa

Tengo una buena y una mala noticia, Javi, la buena, he vuelto con Alberto, la mala, no sé si me volverá a llamar. ¿Has estado alguna vez en un spa? A mí me invitó el otro día y te cuento….

Llegamos al Spa y después de pasar por Recepción donde nos facilitaron una llavecita para la taquilla, cada uno fuimos a nuestro vestuario para ponernos el bañador y demás.

Yo me metí en el primero que vi, en realidad era un cuarto de baño, muy estrecho, casi todo ocupado por el sanitario, así que después de dar varios bolsazos por doquier y tirar al suelo el dispensador del papel higiénico, conseguí por fin acoplarme y encontrar una percha donde ir colgando la ropa que me quitaba. Me había comprado todo nuevo: bañador, toalla, chanclas y gorro, lo que me había dicho Alberto que se necesitaba.

Empecé con el bañador, de competición, por supuesto, Alberto es muy celoso y no quería exhibir mi cuerpo en bikini. Pero ¡ay va! Casi hubiera sido mejor, al ponerme mi bañador nuevo, pude detectar que, o me sobraba cuerpo o me faltaba tela, aquello me oprimía hasta el punto de clavarse los tirantes en los hombros a no ser que llevara medio culete fuera, opción esta última, que no me quedó más remedio que elegir, si no quería morir desangrada por los tirantes de un bañador, así que al final iba casi en tanga brasileño.

Después la segunda parte, la toalla, me la puse para intentar disimular el descaro de mi vestimenta y cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que no había elegido el tamaño adecuado, pues la maldita toalla me llegaba por la cintura, acepté mi segundo patinazo y continué con la preparación.

Las gafas, tenía puesta toda mi esperanza en ellas, tenían que ser correctas, adecuadas y adaptarse a la perfección a mi cara, pero no, no fue así, cuando me las puse, aún ajustadas hasta el mínimo, se me clavaban en el contorno de los ojos, de manera que parecía un auténtico y verdadero sapo.

El gorro, ¡ay el gorro! Cuando me puse aquello en la cabeza, me la oprimió tanto que parecía un teletubie recién levantao, no sabía si mi cerebro iba a poder funcionar con tanta presión, de hecho, no sabía si mi cerebro iba a poder volver a funcionar.

Las chanclas, lo único que ya podría hacerme parecer normal, también me fallaron, esta vez fue por exceso, me quedaban tan grandes, que al ponérmelas se me resbalaron los pies para delante y casi me atravieso los entre dedos con la dichosa goma, así que opté por intentar andar con los dedos aferrados a la goma de la chancla, como si fueran garras, para no darme la gran leche, era difícil, pero sé que con algo de empeño lo conseguiría.

Bueno, pues una vez apañada salí del diminuto baño, con mi bañador modelo tanga brasileña, mi toalla de tocador…, por la cintura, mis gafas modelo “sapo”, mi gorro “teletubie cabreao” y mis chanclas “agárrate que te matas”.

Era tal mi aspecto, que cuando salí a la piscina y me acerqué a Alberto, sólo se le ocurrió decirme:

 “Disculpa, estoy esperando a mi novia”.

“¡Que soy yo Alberto!”

“¿Tú, Cata? Por Dios, parece que te has comprado las cosas en la sección de 8 a 10 años, excepto las chanclas, que deben ser de tu abuelo ¿no?, je,je”.

La verdad es que el aspecto de Alberto tampoco es que fuera de uno de los “Vigilantes de la Playa” así que también le di lo suyo:

“Bueno Alberto, la verdad es que a mí también me ha costado acercarme a ti, porque no es muy agradable meterse en un Spa con alguien que se pone un preservativo en la cabeza, en vez de donde corresponde, además tu bañador es como los que llevaba José Luis López Vázquez en las películas de los años 60 y tus chanclas con tira cruzada parece que se las has quitado a tu tía Herminia en un despiste, por no hablar de tus gafas de color naranja que lo mismo son de tu sobrina la de la cara grande”.

“Gluppp, bueno Cata, vamos al grano, hagamos el recorrido por el Spa”.

Y así hicimos, nos metimos en la piscina de olas, que era una gozada porque te dejabas llevar y no tenías ni que mover los brazos, lo pies sí, claro, porque yo intenté no mover nada y casi me trago el bordillo con los dientes, los chorros en los pies, yo me moría de la risa, es mi punto débil y donde tengo las cosquillas.

La piscina de chorros, menudo susto cuando se acercó Alberto a uno de los chorrillos, se quedó tan pegado a él, que yo creía  que le estaba chupando la depuradora para adentro, entonces empecé a tirarle de las piernas, hasta que me pidió que por favor me estuviera quieta, que el chorrillo le daba gusto en el abdomen, si, si, en el abdomen…, pensé yo.

Y por fin llegamos al famoso yacusi. Había una pareja, pero como se nos acababa el tiempo, Alberto se empeñó en que nos metiéramos, así que nos metimos y nos pusimos enfrente de ellos.

Estaba bien, se te movía todo el cuerpo, pero llego un momento que yo empecé a mosquearme, porque ahí no hacía más que salir burbujas y a mí mi madre siempre me había dicho cuando me bañaba de pequeña que cuando salían burbujas, había pedete, así que me empezó a dar bastante mal rollo.

Entonces miré a Alberto y tenía gran cara de satisfacción, así que le dije: “¿Has sido tú?”

“¿Yo, el qué?”

“Ya sabes, un pun…”

“Cata, hija, qué cosas tienes, yo no”

Entonces, ya empecé a descomponerme, porque una cosa es aguantarme con los de mi novio y otra muy diferente, con los de uno o una que no conozco de nada así que como allí nadie daba la cara, me lance a saco, sin más dilación:

“Disculparme, ¿alguno de los miembros de la parejita padece de gases?”

“¿Perdónnnnnnn?, o sea” contestó la chica con boca chancla y acento como si tuviera pegado un chicle en el paladar.

“Un poco de respeto señorita” prosiguió su pareja, con cara de escocido.

“¡Cata, por favor! ¿Cómo te atreves? Remató mi querido Alberto con gesto de “la estás liando…”

Pero yo no me pude callar y proseguí:

“A ver, aquí todos somos muy educados y pulcros, pero lo que está claro es que alguno se ha tirado un pedete, o varios…..porque no paran de salir burbujas para arriba y eso de toda la vida es porque los gases suben, no es que suene, ni huela ni moleste, pero es un poco asqueroso estar metido en la piscina con alguien que de un momento a otro puede hacerse hasta caca, comprenderlo, por favor, hay baños públicos, a la vuelta de la esquina, salís, desahogáis y luego volvéis, yo os guardo el sitio.”

“Los tres, incluido Alberto, me miraron atónitos, sin dar crédito a lo que estaban escuchando.”

Por fin, Alberto, con su media sonrisa de “hoy te mato o te mando a freír espárragos” comentó:

“¿Podréis disculpar a mi novia?, es que no frecuentamos estos lugares, de hecho, ella es la primera vez que viene y no está acostumbrada, porque no es de aquí y en su país no hay de esto. Cariño en el yacusi siempre hay burbujas porque el agua se mueve y da masajes en el cuerpo, je,je.”

La pareja empezó a reír a carcajadas, de tal manera que se les veía hasta los empastes.
Yo me levanté me salí de la piscina de pedos, que es con el nombre que se ha quedado y me dirigí a los vestuarios para cambiarme, para mí, se acababa de terminar la tarde de Spa.
Desafortunadamente y para colmo, había perdido la llave de la taquilla donde tenía mi ropa, entre idas y venidas a recepción, explicaciones y hasta que convencí al guarda de seguridad de que en aquella taquilla estaban mis cosas, pasó un buen rato hasta que conseguí salir fuera.

Alberto me estaba esperando y gruñendo me preguntó:

“¿Dónde te metes, Cata, no te parece bastante la que has liado? ¡Qué vergüenza!”

Yo que ya estaba calentita, le contesté:

“Mira guapo, yo no tengo por qué saber que existen piscinas donde salen burbujas sin que la gente se tire pedos y no es porque sea de otro país ni porque en mi país no las haya, sino porque no he estado nunca en un Spa de estos que por cierto, parece que son piscinas con mala leche porque encima que te obligan a cambiarte en un cuarto de baño estrecho y te dan una pulsera para la llave de la taquilla que se deshace en el agua y claro, la pierdes, encima te duelen hasta las pestañas cuando sales por los puñeteros masajes del agua en el cuerpo.

¡Para eso me voy a la playa y me pongo a jugar con las olas, que es más divertido y encima me pongo morena!

Además te queda fatal el preservativo ese en la cabeza y el bañador es para echarse a llorar. Si llego a seguir mirándote hubiera perdido toda la química que he tenido hasta ahora contigo. Adiós Alberto, necesito darme una ducha y reflexionar sobre esto.”


No sé si me pasé Javi, Alberto no ha vuelto a llamarme….

jueves, 28 de mayo de 2015

Capítulo 74 - El Whatsapp del bodorrio


Después del fin de semana tan ajetreado, entre la pre boda, la boda  y la post boda, de la que no te he contado nada porque la pasé tirada en el sofá con dolor de estómago, de pies, de caderas y hasta de pestañas, por fin volví a mi casa el domingo después de comer.

Sólo quería tumbarme y descansar, pues seguía con los efectos del evento, pero cuando ya estaba en el sillón, en posición horizontal, dispuesta a no hacer absolutamente nada, de repente sonó un mensaje en mi móvil.

Yo, creyendo que era Alberto, me levanté sobresaltada y después de tirar el jarrón, tropezarme con la alfombra, clavarme el pico de la mesa en la rodilla y casi dejarme los dientes contra la vitrina del mueble, llegué a la mesa donde se encontraba mi teléfono y lo cogí emocionada, y cuál fue mi sorpresa:

NUEVO GRUPO-COTILLEOS DE MI BODA

ADMINISTRADORA-LAURA, LAURITA PARA LAS AMIGAS, JE,JE.

LAURITA: Hola chicas ¿cotilleamos cosas del día de mi boda? Me hace ilu, je,je,je.

HARPÍA 1 (MERCHE): ¡Holaaaaa churri, ayyyyy siiiiii porfa!

HARPÍA 2(SUSI): ¡Tenemos telepatillas, ja,ja,ja, te lo juro!

CUÑADA CONEJA 1 (LOLA): ¡Holaaaaa! Espera, me pillas en el baño haciendo pipi, je,je.

CUÑADA CONEJA 2 (ANA): ¡Uy qué guarrona Lola! ¿te llevas el móvil al retrete? Ja,ja,ja, ¡me parto y me mondo!

CUÑADA CONEJA 3 (PILI): ¡Pues anda que tú que lo sacas de extranjis hasta en misa, para hablar con las de pilates, ja,ja,ja!

YO: Vamos a ver, ¿tú no estás de viaje de novios, Laura….? ¿No os ibais a Punta Cana?

LAURITA: ¡Uy sí, pero Ismael se ha quemado en la playa y le duele todo, así que se ha echado la siesta a ver si se le pasa! Yo me he venido a la pisci con un mojito, je,je.

CUÑADA CONEJA 2 (ANA): ¿Ya le estás poniendo los cuernos a mi cuñado golfilla…?

HARPÍA 1 Y HARPÍA 2 (A LA VEZ): JA,JA,JA me parto….

CUÑADA CONEJA 3 (PILI): ¡Tonta, el mojito es una bebida caribeña! Yo lo tomé cuando estuve en El Caribe con mi Toni, tú como te empeñaste en ir de viaje de novios a Badajoz a ver a tu prima, sólo comiste morcilla de piñones, ja,ja,ja.

HARPÍA 1 Y HARPÍA 2 (A LA VEZ): JA,JA,JA me parto….

CUÑADA CONEJA 2 (ANA): Por lo menos a mí no me desapareció el marido en la playa durante dos días…., te lo trajo una cubana al hotel ¿no? Que decía ser una enfermera que le había atendido porque le había dado un mareo, si hubieras visto la foto en la moto de agua….ja,ja,ja.

HARPÍA 1 Y HARPÍA 2 (A LA VEZ): JA,JA,JA me parto y me mondo

(por fin, cambiaron el repertorio…)

CUÑADA CONEJA 1 (LOLA): Uy chicas, para viaje de novios bonito, el mío, en Venecia, ¡qué romántico en la góndola! ¡Qué recuerdos! La prueba está en que fui la primera en quedarme embarazada, tanta pasión, pues claro, je,je ;)).

CUÑADA CONEJA 2 (ANA): ¡Cómo no te vas a quedar embarazada, si no salisteis del Hotel, que fuisteis en pleno mes de agosto y el canal de Venecia olía que apestaba, a quién se le ocurre! Ni góndola ni leches, que no trajisteis ni una foto, sólo postales compradas en el aeropuerto, ja,ja,ja.

HARPÍA 1 Y HARPÍA 2 (A LA VEZ): ¡Ay que no puedo, qué divertido y chupi guaysssss, me meo toaaaaa!
(¿Cómo es posible que dijeran lo mismo? Estas están juntas)

YO: Una pregunta para Merche y Susi ¿estáis juntas?

HARPÍA 1 Y HARPÍA 2 (A LA VEZ):  ¡Siiiiii! Juasssssssss

CUÑADA CONEJA 1 (LOLA): Yo tengo otra pregunta para las dos ¿lo habéis catado alguna vez? Me refiero a si habéis pillado alguna salchicha, que no sea la de los perritos calientes del bar de Manolo, ya sabéis un quiqui, je,je…

HARPIA 1 Y HARPIA 2 SE VAN DEL GRUPO

YO: Bueno Laurita, ¿qué te cuentas? ¿Cómo va esa luna de miel? Ya que nos has jorobado la siesta, a mí por lo menos, pues hablemos de la boda y de vosotros ¿nooooo?

CUÑADA CONEJA 1 (LOLA): Os dejo chicas, los dos pequeños llorando, y el mayor tirando las cáscaras del plátano por la ventana. Chaooooo

CUÑADA CONEJA 2 (ANA): Yo también, Luisito y Marina se han hecho popo y Carlitos está intentando limpiarles con papel higiénico, veo lo que queda del rollo por todo el pasillo y está marrón. Hasta pronto

CUÑADA CONEJA 3 (PILI): Yo ya empiezo con los gases, como todas las tardes, así que me meto en el baño a desahogar, que si no Pepe y los niños me echan de casa. Chaito guapassss.

LAURITA: uy, ay, ohhhhh, ¡tonto, ahí nooooooj! Ja,ja,ja. ¡Os dejo chicas, Isma se ha despertado bravote! Besosssss.


YO: ¡Vaya tela! (ELIMINAR Y SALIR DEL GRUPO).

Capítulo 73 - Elecciones Municipales


En las anteriores votaciones para las alcaldías, yo me encontraba ya sin pareja y al levantarme aquella mañana pensé: “Vas a votar?”.

“Pues no sé”, me dije a mi mismo, “Pero es que ir hasta el colegio electoral cuesta un poco”.

A lo que mi cerebro respondió: “Ve a  votar, que además de cumplir con tu deber de ciudadano, lo mismo conoces a alguna chica mientra votas”.

La verdad es que debería hacer caso más a menudo a mi cerebro, o no, no se.

El caso es que me levanté de la cama, me vestí con mis mejores galas, me perfumé y después me di cuenta…………………de que no me había duchado!!!!.

“Bueno no importa”, pensé,  “con tanta colonia, lo mismo no se nota”.

Pero me remordía la conciencia y no tuve más remedio que desvestirme, lavarme los sobacos y ponerme más colonia.

Una vez me hube vestido de nuevo, bajé a la calle para dirigirme hacia mi colegio electoral, que estaba justo según salía del portal de casa.

Según me acercaba al tablón de las listas para ver qué mesa me correspondía, imaginé que allí podría encontrar a la mujer de mi vida.

Cómo sería…………..?

“Lo mismo es la presidenta de mi mesa y es rubia natural o morena natural o pelirroja natural o simplemente natural, y según llego me mira con unos ojillos así como que pestañean por verme llegar y cuando llego me dice con una voz dulce que le deje mi DNI, seguro que para ver dónde vivo y lo mismo al decir mi nombre se escapa de sus labios una sonrisilla de complicidad y lo mismo, me guiña un ojo y después vuelve a sonreir y me pide una cita……………………..”

“Pero por qué no habré venido antes a votar??.”

“Aunque oye!!!!, espera!!!!, que tal vez encuentre a alguna chica antes de llegar a la mesa de votar……………espera que miro…………….pues hay un montón de mujeres por aquí, así que antes de votar, por qué no entablo conversación con alguna de ellas???.”

Me acerqué a un morena de media melena y le dije: “Hola, se nota que vas a votar eh???”.

A lo que ella contestó: “No, que va, estoy aquí porque me apetece pasear por los pasillos de un colegio el domingo por la mañana”.

No supe muy bien si aquella frase era para comenzar una conversación o para terminarla directamente, así que, para no quedarme con la duda, le dije: “Y a quién vas a votar??”.

“Mira chaval”, dijo ella, “el voto es secreto, y  tu eres imbécil hasta decir basta”.

Si, la respuesta era para terminar la conversación.

Me acerqué a una rubia (de bote creo), porque tenía las cejas más negras que yo los pies después de subir un monte.

“Hola”.

“Hola”, dijo ella.

“Vas a votar eh?. A cumplir como ciudadana”.

“Pues no, yo ya he votado y estoy aquí para que nadie estropee este día”.

“Caramba, eso si que es bueno. Es que eres Mary Poppins??”. “JAJAJAJA”.

“Pues no, soy Policía Nacional y como no te vayas, voy a sacar a pasear la porra”.

“Bueno hija, cómo te pones, perdona, que no me fije que ibas todo de azul y con una gorra que pone CNP, que yo pensé que eran las siglas de algún partido como Confederación Nacional de Palencia……………”

No pude decir nada más, pues la porra me cayó de golpe en la cáscara del cerebro.

Una vez recuperado el sentido y viendo que al fondo había una pelirroja, dirigí mis pasos hacía ella y acercándome a su espalda le dije: “Hola guapa, que tal has votado?”.

“A lo que y no sin sorpresa por mi parte, respondió según se giraba: “Mira colega, como no des tres pasos hacia atrás, te voy a meter un puñetazo en –toa- la cara”.

Jejejeje, era un tío, pero claro, cómo iba yo a saber eso, con el pelazo que tenía?.

“Da igual”, pensé, "Seguro que al final será la presidenta de mi mesa la mujer de mi vida".

Llevé mis pasos hacia la mesa 3-C. Con el DNI en la mano, esperé mi turno en la fila sin poder atisbar a las personas que estaban en la mesa, y al llegar a ella pude comprobar, que había un señor con bigote, que ni sonreía, ni me hacía ojitos, ni me pedía cita alguna, así que cogí mi sobre de la votación y lo deposité de mala gana en la urna.

El tío del bigote y al ver aquello dijo: ¡¡¡Espere hombre!!!, que primero hay que comprobar su identidad!!!!!.

De la mala leche que me puso aquel comentario, le tiré lo que tenía en la mano a la cara, abrí la urna de los votos y saqué mi voto…………………….el tío del bigote gritando dijo: “PERO QUÉ HACE INSENSATO, QUE LO MISMO HA SACADO EL VOTO DE OTRO!!!!!!”.

“Que no”, dije yo, “Que el que yo metí era de color sepia, listillo!!!!”.

A esto que viene la de la porra y al ver el alboroto y preguntar al tío del bigote, me da otro porrazo (y ya van dos).

Yo que no perdí el conocimiento del golpe, salí corriendo y gritando……………”AHÍ OS QUEDÁIS…………JAJAJAJAJA……………..QUE NO SABÉIS NI QUIÉN SOY…………………JAJAJAJA".


Pensé que había escapado, subí a casa, y a los dos minutos sonó el timbre de la puerta………………allí estaba la del logo de CNP, con mi DNI y blandiendo la porra……………

miércoles, 20 de mayo de 2015

Capítulo 72 - La boda, segunda parte, "El Banquete"

Y tras el pequeño incidente sin importancia en la Iglesia, una vez casada  y bendecida la parejita, pasamos al motivo por el que casi todo el mundo va a las bodas, el banquete y la juerga.

Por supuesto la comida fue en el mejor restaurante del pueblo, un asador llamado “El gran rabo de toro” en honor a quien fue su primer propietario, ya que el hombre iba siempre alardeando de eso mismo…., aunque ninguna de sus amantes - que tuvo varias- pudo confirmarlo: todas acababan marchándose del pueblo!!!. El las traía cuando volvía de sus viajes y ellas se iban solitas al poco tiempo… y si no fuera porque la Conchi, - la más cotilla del pueblo - reconocía haberlas visto coger el autobús de madrugada, todos hubiéramos pensado que se las cargaba y las enterraba por ahí.

Pues lo dicho, llegamos allí y ya estaban todas las mesas preparadas y con sus carteles colocados para que cada uno supiéramos dónde teníamos que sentarnos.

La verdad es que se habían  complicado mucho la vida, porque en vez de poner una lista con el número de mesa y quién iba en cada una, mi querida amiga piña colada y su ya esposo Ismael pepinillo, se habían dedicado a poner unos grandes carteles en las mesas con los nombres de los invitados, con lo cual casi no cabían los platos ni los cubiertos, pero sí quedaba bastante claro donde se sentaría cada uno!!.

Al principio fue un poco lío y trasiego, cruzándonos unos con otros por los pasillos entre las mesas, buscando nuestro cartel y algunos se llegaron a sentar dos en una silla o discutir por su puesto, por aquello de que había dos o tres “Joses” y no se les había puesto el apellido - ni el mote -, pero al final, se aclararon las cosas.

Yo no estaba muy conforme con mi compañía.

Me habían puesto con los hermanos de Ismael y las cuñadas embarazadas, con lo que me olía que el tema de conversación  no iba a ser otro que el de biberones, pañales,colegios y guarderías por un lado y fútbol, las tierras del tío Pedro o las jugadas de mus del miércoles, por otro.

Además, me temía que en la primera parte del banquete que era picoteo a compartir, no iba a probar ni bocado, ellos comían como auténticos animales y ellas comían cada una por dos, con lo cual…., mal asunto.

Por fortuna, a mi ex novio Alberto, aunque sí estaba en el banquete, le habían puesto en una mesa, en la otra punta del restaurante, supongo que después de la movidita de la iglesia debieron temer que volaran platos de comida por el restaurante, como el Isma me conoce un poco, por seguridad, alejaron a mi querido Alberto de mí.

Al contrario de lo que yo había augurado, la comida se desarrolló muy entretenida.

Me puse morada a picoteo… y es que las conejas y los hermanos de Ismael se dedicaron a intercambiar información sobre las posturas preferidas para hacer el amor - aunque ellos no lo llamaban así, tan finamente -…Fue una conversación muy didáctica, ya que me enteré de posiciones que ni conocía ni imaginaba que podían existir. Por lo visto, las más adecuadas para dejar a la moza embarazada; así que me vino bien conocerlas, para no ponerlas en práctica… de momento.

Como estaban muy emocionados hablando todos a la vez, a ver quién era el más macho, ellos no comían, sólo brindaban y bebían vino; y a ellas todo les daba asco o lo tenían prohibido por el ginecólogo, así que a mí me vino de perlas para probar los suculentos aperitivos.

Comimos, bebimos, reímos, tomamos café, copa, puro los hombres, cigarrito las mujeres y llegó la deseada hora del baile, allí mismo también.

En cuestión de 20 minutos, unos chicos muy corpulentos y rápidos - yo creo que eran del cuerpo de bomberos del pueblo de al lado - despejaron aquello y dejaron una pista enorme de baile, mientras que los invitados aprovechábamos  para ir al cuarto de baño y demás.

Por cierto, lo del baño fue una odisea.

Entre los niños, las embarazadas, las abuelas que se les iba escapando el pipí por el pasillo y algunas hasta el popó y yo que me quedé encerrada en el baño con el picaporte de la puerta en la mano, allí hubo sus más y sus menos y  algunas, con las prisas, empezaron a invadir también el baño de los hombres, con lo que aquello parecía Sodoma y Gomorra.

Claro, así pasó, que algunas mujeres, como las harpías amigas de la novia, salieron asustaditas del baño, pues no debían haber visto todavía miembro varón alguno y allí había algunos con gran miembro - según comentaban sus queridas esposas -

Pues nada, una vez comidos y……, empezó el baile.

En vez de orquesta, pusieron una mesa de mezclas para que pinchara Robertito, el mayor de los sobrinos de Ismael que tiene ya 16 años. El chaval tiene dotes de dj y le hacía ilusión poner la música. Lo malo es que aunque empezó con el tradicional vals que todos los novios bailan en las bodas, se vino arriba con la mezcla y de repente empezó a sonar una música House de los más marchoso que hizo que la melones y el pepinillo se vinieran igualmente arriba y empezaran a pegar brincos como locos: ¡parecían gorilas en la Selva!.

La novia se subió el vestido casi hasta las axilas y nos endiñó a todos los que estábamos detrás con la enorme cola del traje con tal ímpetu que la abuela Justina, como era tan pequeñita, quedó arrasada por la tela y luego tuvimos que buscarla debajo.

Ante tal movida y como allí todo el mundo estaba ya de aquella manera, todos salieron a imitar a la pareja con el mismo baile.

Vamos que ni en Pachá había tanta marcha como en aquella boda: el padre de Ismael llegó a tirarse al suelo y girar sobre su cuerpo como haciendo break dance; la madre,  con la marca de la gran pamela en la cabeza que parecía que la había chupado el pelo una vaca, saltaba por encima de su marido como si quisiera volver a conquistarle…

Los hermanos de Ismael, como iban de sobraos, se pusieron en fila delante de las mujeres haciendo el movimiento de John Travolta. Aunque Perico, el mayor llegó un momento que con tanto movimiento de cadera, se quedó pillado y pensamos que se le había salido la prótesis, el pobre muchacho tiene tantas lesiones y operaciones que se mueve como un Play Movil.

Y Rober mi amor de la infancia, ¡cómo bailaba! Parecía que se iba a descoyuntar, yo llegué a temer por su vida, le veía tan frágil y delgadillo que con tanto movimiento, parecía que se desmontaba.

En un acto de valentía el muchacho intentó coger por los aires a una de las harpías con tan mala suerte que no calculó bien y acabo con el tacón del zapato de la chica metido en la boca, ¡qué momento!

Ella emocionada quería más, y se le colgaba del cuello, pero el pobre Rober entre el zapatazo que se había llevado, el gran esfuerzo del baile y el olor pestilente a sudor de las axilas de la harpía, que como ya te conté anteriormente iban decoradas con melena, daba pena ver los lagrimones que le caían.

Ante tanto barullo, de repente paró la música para dar paso a una balada de lo más romántico, entonces las parejas empezaron a bailar agarradas.

Alberto apareció me sonrió me cogió de la mano y me invitó a bailar, diciéndome las siguientes palabras:

“¿Me perdonas? Prometo respetar tu forma de ser y no burlarme más de tus patosadas ni desaparecer”.

Yo me sentí enternecida por las palabras de aquel galán, que además, estaba muy guapo con su traje; y acepté su invitación.

Según le abracé, él me cogió de la cintura, nos miramos y justo en el momento en que el gran beso de reconciliación se acercaba, me enganché con el cable de los altavoces y me resbalé de arriba abajo por todo el cuerpo de Alberto hasta quedarme de rodillas en el suelo, de manera que si llego a tener la lengua fuera, le lavo el traje y no sé qué más….

Alberto me cogió de las manos y me volví a incorporar, entonces, me besó y me dijo:

“Eres incorregible, Cata, pero te quiero”.

Todos aplaudieron y hasta la abuela Justina que se había quedado dormida, de repente despertó y gritó:


“¡VIVA LOS NOVIOS!”

Capítulo 71 - Balanca


Antes de conocer a Eva tuve una novia llamada Eva María.

Eva María tenía una hija a la que siempre llamaba Balanca, si, no me equivoqué al escribir, la llamaba Balanca.

Era una niña muy lista para tener 16 años; tu le preguntabas cuanto sumaban dos y dos y la niña cogía su calculadora y……………..

Pues bien, Eva María era una mujer estupenda, muy alegre y divertida, pasé con ella momentos muy agradables y nos divertíamos mucho juntos.

Un día Eva María me dijo que por qué no llevábamos a Balanca al cine, pues ponían una película que gustaba particularmente a la niña. Harry Potter y no sé que más.

Obviamente a mi me gustó la idea, pues si Eva María era tan agradable, su hija debía ser parecida a ella.

Llegamos al cine y después de sacar las entradas, nos fuimos a la tienda para comprar las palomitas de rigor.

Yo le dije a Balanca: “Coge lo que te guste” y la chiquilla lo hizo…………

Al llegar a la caja para pagar las “chuches”, le pregunté al cajero si allí mismo se podían financiar las compras de ese establecimiento.

El cajero me miró con cara de sorpresa y cuando fue a preguntarme el por qué, vio lo que llevaba Balanca para comer mientras veía la película:

3 kilos de palomitas (normales).
2 kilos de palomitas (dulces).
1 kilo de M&M
Cuarto y mitad de regaliz rojo.
Medo kilo de regaliz negro.
500 gramos de gominolas de ositos.
Una bolsa de kilo de caramelos variados.
Una palmera de chocolate y dos sin chocolate.
Un suizo relleno de jamón serrano y untado en mantequilla.
Dos camisetas del susodicho Harry Potter, rellenas de fresas y nata.

Unas sandalias de Harry Potter con escerificación de mermelada de fresa.

Un Mac Flurry de Oreos sin sirope y amasado.

Dos hamburguesas dobles de queso.

Y una ensalada para tirar (bueno esto era para Eva María).

Media hora más tarde y después que pusieran a otro cajero, estábamos los tres sentados en nuestras butacas, con el pasillo lleno de cosas y esperando a que empezase la película.

Eva María y su hija conversaban animadamente antes que apagaran las luces de la sala, también cuando se apagaron las luces y cuando empezó la película, y en medio de la película, y cuando nos echaron a la calle por hablar durante la película y por dejar enterrado en envoltorios al calvo que teníamos delante……………..

La verdad es que nadie se quejó porque hablasen por Whatsapp mientras se proyectaba la película y eso que las pantallas de sus teléfonos iluminaban la sala como si fueran focos de discoteca, yo de hecho opté por ponerme gafas de sol, más que nada para que no se me derritiesen las retinas.

Una vez en la calle, intenté explicar a Balanca, que en el cine no se pueden hacer ese tipo de cosas, y obviamente con palabras cercanas a su edad:

“A verrrrrrrrrrrrrr Balanca, no se puede hablar en el cine”.

A lo que ella contestó: “Eh?”.

“A verrrrrrrrrrrrrr bonita”.

“Eh?”

“Que en el cine solo se ve la película”.

“Eh?”

Después de media hora desistí, la niña me miró con ojos dulces y me dijo: “Pregúntame cuantas son dos y dos, que he traído la calculadora!!!!!!”.

En otra ocasión y yo que soy mucho de dar segundas oportunidades, Eva María me dijo que si llevábamos a su hija a un concierto de un grupo musical juvenil llamado DPicios.

Yo pensé que en un evento como ese, daba igual si la niña no paraba de hablar, pues la música atenuaría su voz y no molestaría a nadie.

Tuvimos que desplazarnos a otra ciudad y una vez allí, pude descubrir que había trescientas Balancas super fans de aquel grupo, que muy emocionadas por el evento, no dejaban de cantar las canciones, que más tarden oirían.

El tiempo de espera fue largo y me daba un poco de pena la niña, pues además hacía frío, así que le dije: “Balanca, quieres que vayamos al coche a por una chaqueta?”

A lo que ella contestó: “Eh?”

Ya empezamos pensé.

“Tienes hambre?”.

“Eh?.

“Has traído la calculadora?”.

“SI!!!!”

“Pues hala multiplica 13714701874018974187 por 18237102837018371”

Así por lo menos se le haría corta la espera.

Medía hora después abrieron las puertas del recinto y empezamos a caminar hacía la entrada. Cuando llegamos a esa entrada, Balanca dijo: “Al final no me da tiempo a terminar la multiplicación!!!!!”.

A lo que yo solo puede decir: “Eh?”

El concierto fue espantoso, las trescientas Balancas no paraban de moverse, de gritar y de hacer los coros al grupo y encima me tocó al lado de uno de los altavoces, así que tuve las canciones rondándome los oídos durante tres días seguidos.

A partir de aquel día y cuando Eva María me preguntaba si podía llevar a la niña con nosotros, siempre le decía que no podía salir, porque tenía gripe o malaria o beri beri.

Por cierto, tiempo después de acabar mi relación con Eva María, supe que mi antigua novia tenía un problema al pronunciar la B y la L juntas y que la niña realmente se llamaba Blanca.

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Capítulo dedicado a una niña super inteligente  llamada Blanca y que es un encanto.

“Eh?”